sábado, 16 de febrero de 2008

Preambulos iniciales

La sociedad moderna actual asiste cada vez más a una diferenciación funcional y al derrumbe de nuestras grandes instituciones modernas, generando así, una plasticidad y volatilidad en nuestras prácticas sociales donde las orientaciones de sentido de los actores tienden a desplazarse cual líquido, dentro, fuera y a veces en otro lugar, en búsqueda de un horizonte de seguridad perdida.
Desafección, apatía o desconexión genera por estos tiempos la política en términos genéricos y su quehacer en forma particular; la mentada deslegitimación de nuestro sistema político, que es acusada de construirse de espaldas a de aquella ciudadanía que los elige para que los represente; se articula en base a redes decentralizadas de poder, donde se confunde la llamada organización de la representación, con la acción colectiva; lo que genera a final de cuentas un escape de la sociedad civil hacia otra instancias que les permitan tener seguridad ontológica ante la inminente angustia existencial de los llamados riesgos en todos los campos de la vida social. Por tanto, la pasividad de los actores en este marco, no posee cabida debido que la probabilidad de riesgos siempre han de asumirse personalmente, desde acá el llamado empowering people toma una fuerza capital para pujar a la política a un descentramiento, construyendo nuevos espacios donde la suma de activos de los agentes sean organizadas colectivamente entre ellos, pero con sumas individuales.
Pues bien, una de las grandes interrogantes que aparecen tentativamente desde esta perspectiva, es desde donde pueden surgir herramientas que puedan facilitar o en sus efectos promover este tipo de descentramiento en una sociedad como la chilena, donde nuestro hilos de historicidad nos han demostrado hasta la fecha que aún prima por decirlo así “el peso de la noche” que determina en que medida, cuanto y que debemos conocer, informar, hacer y opinar. No podríamos afirmar que vivimos en una sociedad oscurantista pero tampoco podríamos afirmar que vivimos en una sociedad sin elites filtradoras.
Ahora bien, el espacio que convoca al presente escrito es justamente tematizar sobre el descentramiento de la política en Chile e ir en búsqueda de la herramienta estratégica que otorgue condiciones de posibilidad para descentrarla, siendo la sospecha que la reconexión de la sociedad civil en política camina de la mano con el surgimiento de la web 2.0 anunciando con ello, la emergencia de lo que denominaremos aquí la política wired.
Sumado a lo anterior, estas páginas invitan al lector a repensar algunas categorías de análisis de la sociológica política chilena en virtud de las bondades en tantos fenómenos sociales que nos ofrece la web 2.0.

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